domingo, 13 de marzo de 2016

Ginastera, el octavo pasajero

Entre los muchos aniversarios que se festejan en este 2016 (Cervantes, Shakespeare & co.), el centenario de Alberto Ginastera es el de celebración más inminente. Por caso, la edición de esta noche de Un programa de ópera en Radio Nacional Clásica estará dedicada a las tres creaciones líricas del compositor argentino. Transcribo aquí una breve columna publicada en el último número de la revista Cantabile, como un doble homenaje: a Alberto Ginastera, nacido hace cien años, y a Keith Emerson, fallecido en estos días.


La referencia inevitable cuando se menciona el improbable cruce entre el rock y los compositores de la segunda mitad del siglo XX es la aparición de Karlheinz Stockhausen en la icónica portada de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band de The Beatles. El compositor argentino Juan Carlos Paz se encontraba por entonces (junio de 1967) en Londres, y de inmediato advirtió que allí se escuchaba el sonido de la modernidad. Otro compositor argentino, Alberto Ginastera, estaba por entonces en los Estados Unidos, donde acababa de estrenarse su ópera acerca del único integrante del club de los corazones solitarios del Duque de Bomarzo.

Unos años más tarde, en 1973, el propio Ginastera protagonizaría otro de esos raros cruces entre el rock y la música contemporánea, al recibir en su casa de Ginebra la visita de Keith Emerson, tecladista de la banda de rock progresivo Emerson, Lake & Palmer ("vestido de traje, parecía el gerente de un banco", evocaría el músico inglés en las notas para el disco). La banda británica quería interpretar una reversión del último movimiento de su Concierto para piano Nº 1. Apenas escuchó unos compases de la "Toccata", Ginastera exclamó "¡Diabólico!" y detuvo la cinta. Emerson perdió todas las esperanzas. Ginastera llamó a su esposa y volvió a reproducir la grabación desde el comienzo. Al final, exclamó: "¡Capturaron a la perfección la escencia de la música!" (como se sabe, "diabólico" es, al menos desde Robert Johnson, uno de los atributos positivos del rock, progresivo o de cualquier otra clase).

Pero Emerson debía cumplir otro encargo antes de abandonar el país de los banqueros. En Suiza debía encontrarse también con el artista plástico H. R. Giger, a quien deseaba pedirle la ilustración de la portada de su nuevo disco, Brain Salad Surgery. El título alude crípticamente al sexo oral, y el primer boceto de Giger fue rechazado por hacer demasiado explícito eso que el nombre mantenía oculto. Por entonces, Giger no gozaba aún de la fama mundial que obtendría por los diseños indisimuladamente sexuales de los monstruos de Alien, el octavo pasajero, pero la portada definitiva del disco es una de las más célebres del rock. Hoy, la presencia casi de contrabando de la música de Ginastera en Brain Salad Surgery invita a pensar cómo sería el sacro bosco de Bomarzo poblado por monstruos diseñados por H. R. Giger. Y, por si hiciera falta, conecta una vez más la música de Ginastera con la boca del infierno.