miércoles, 26 de noviembre de 2008

Tres listas tres

Ante todo: acá pueden ver el video del tema con el que empezamos la celebración del programa N° 49 la semana pasada. Podría dedicar algunas líneas a describirlo, pero creo que no hay palabras que puedan hacerle justicia a semejante trip nerd-lisérgico. Baste con decir que es Leonard Nimoy (Mr. Spock en Star Trek, por si a alguno de ustedes le practicaron una lobotomía recientemente) cantando la "Balada de Bilbo Baggins". Lo único que puedo destacar es que la consigna "Hobbits unite!" que aparece al principio sólo fue superada por la pintada que los hermanos Gallagher, niños ricos de la proletaria Manchester, incluyeron en su último disco: "Workers of the world, relax!" Pero atenti, porque como decía Nicanor Parra, el cadáver de Marx aún respira. Y no vaya a ser cosa.

Pero yendo a otros asuntos: En el último número de la revista Las Ranas, Arnaldo Calveyra cuenta que, para él, "la mayor parte de los poetas franceses son filósofos frustrados". Lo dice como al pasar, casi pidiendo disculpas, pero no deja de ser maravilloso que una vez más reaparezca, y en boca de un poeta singularísimo, la antigua querella entre poesía y filosofía que Platón nos dejó como una de sus herencias más sutiles y problemáticas. Sutiles, digo, como este poema de Jorge Fondebrider que recoje el guante, pero no para retar a duelo a los poetas, sino para hacerles "chas-chas":

Como Platón, echarlos,
sacarlos a patadas en el culo.
Peor los narradores que no leen poesía.
Analfabetos.

Y no digan que no es sutil, porque ahí, en esos primeros versos de un poema que se llama, precisamente, "Los poetas", está la clave de todo. "La metáfora es la peor enemiga de la metafísica", decían los profesores, y ahí tenían razón. En primer lugar porque la poesía no puede vivir sino en el exilio: la patada en el culo es la que pone en marcha la creación poética, que a su vez, en tanto mala conciencia, en tanto amenaza latente para el orden de la república platónica, es la que pone en marcha, a su vez, la construcción de ese orden. De esa dialéctica quedan excluídos los mercaderes de la palabra (el "García Márqueting" del que hablaba Noy conversando en el Malba con Pedro Lemebel... precisamente Lemebel, que para Bolaño era el mejor poeta de su generación sin haber escrito poemas, pero que seguramente los leyó todos...) que merecen apenas una mueca de desprecio por "analfabetos".

O sea que lo que Calveyra veía en los franceses bien podría hacerse extensivo a todos los poetas, con la condición de que sólo se los considere filósofos frustrados si a su vez los filósofos pasan a ser vistos como frustrados poetas. Y con la condición adicional de que la palabra "frustrado" sea el nuevo botín de guerra entre filósofos y poetas, cuyo mayor triunfo será siempre la capacidad de dejar un testimonio modesto de su estrepitoso fracaso.

... Para no hablar del famoso adagio que ve a los críticos como músicos frustrados, y del que tendremos oportunidad de hablar en el próximo programa, el N° 50, con la presencia de un crítico genial como Pablo Gianera y una notable intérprete como Silvia Dabul, que además es poeta.

Y hablando de programa N° 50, ya son varias las listas de temas adeudadas, así que acá nos acogemos a la moratoria, para llegar al aniversario sin deudas pendientes.

Hasta luego, pues.

Lista de temas programa # 49
Balada de Bilbo Baggins – Leonard Nimoy
Die Antwort weisst ganz allein der Wind – Marlene Dietrich
Domando potros – Juan Pablo Esmok Lew
Malambo (Eduardo Basualdo) – Conjunto de Percusión del Conservatorio Superior de Música "Manuel de Falla"
Caminos cruzados – Oscar Alemán
Soul brother – Queen
Who needs you? – Queen
Wa Habibi – Osvaldo Golijov
Segundo Rag de Don Perlimplín – Bruno Maderna
Also sprach Zarathustra – Eumir Deodato

Lista de temas del programa # 48
El Outsider – Café Tacuba
Doin’ time – Sublime
El hormigueo (Marta Gómez) - Decuatro
Negra presuntuosa (Andrés Soto)- Decuatro
Déjalo ir (Marta Gómez)- Decuatro
Tonada de la luna llena (Simón Díaz) - Decuatro
Little Wing – Jimi Hendrix
Poor Butterfly – Isobel Campbell

Lista de temas del programa # 47
Todos los caballos blancos – León Gieco
Mazurca en si menor (Vicente Scaramuzza) – Mónica Stirpari, piano
Mazurca en Fa sostenido mayor (Vicente Scaramuzza) – Mónica Stirpari, piano
El yuto – Pura Muña
Soukora – Ali Farka Touré
Pensar en nada – León Gieco

jueves, 20 de noviembre de 2008

Momento Columbo


... una cosa más: sobrevoló también el Filba el espectro de Mario Santiago, y la verdad es que el tema me tiene levemente preocupado (levemente, porque hay cosas mucho más preocupantes que la lectura solitaria de un poeta muerto). Me pasa con él lo que con muchos otros poetas, utilizada esta palabra en su sentido amplio: me gusta menos de lo que querría que me gustara. Probablemente todo el mundo haya experimentado alguna vez esa sensación, que no por difundida se hace menos ingrata. Me tranquiliza pensar que se ha publicado (y eso en forma muy, demasiado tardía, como bien señaló Villoro el domingo pasado) menos del 10% de la producción poética de Mario Santiago (para los que no lo saben, el hombre que inspiró el personaje de Ulises Lima en Los detectives salvajes), así que me consuelo imaginando que la resaca que los editores consideraron indigna de publicación esconde los tesoros que leyeron sus amigos, en alguna noche de insomnio en los bares del DF. Hay, sí, un poemita de Santiago que me resultó encantador, y que después me heló la sangre, o al menos me la enfrió un poquito. Se llama "Juan Ramírez Ruiz Dixit" y dixe:

La poesía es mi mujer
Le he dado todo
No me puede fallar

Ocurre que Juan Ramírez Ruiz murió el año pasado, en un accidente automovilístico... igual que Mario Santiago, muerto en 1998 en el momento exacto en el que Bolaño ponía el punto final a Los detectives salvajes. La anécdota la cuenta el propio Bolaño, que también cuenta algunas historias geniales de aquellos años de infrarrealismo mexicano:

Mario Santiago fue mi mejor amigo, mi mejor amigo de lejos. Era un ser rarísimo. En realidad, parecía haber bajado de un ovni hacía un par de días. Era un lector empedernido y hacía cosas tan extrañas como meterse en la ducha y seguir leyendo. Y lo peor es que lo que leía eran mis libros. Siempre veía mis libros mojados y no sabia qué había ocurrido. Yo decía: ¿es que ha llovido? Porque, claro, el DF es muy grande: puede llover en una zona de la ciudad y en otra no. Es raro, pero se puede dar ese caso; realmente es un fenómeno curioso de la naturaleza, pero se puede dar. Hasta que una vez lo sorprendí leyendo en la ducha, y yo lo que tenía que haber hecho era ponerme de rodillas a rezar, a rezar ante el milagro que había presenciado. Pero no lo hice, más bien lo reté.

Igualmente deliciosa era la pintada anti-infrarrealista que podía leerse en las paredes del DF, a modo de amenaza, pero de amenaza poética, que en el universo de las amenazas es la menos peligrosa pero también la más contundente:

Que Bolaño se vaya a Santiago y que Santiago también.

Y una cosa más: entre charla y charla en el Filba, alguien mencionó al pasar a Enrique Lihn. Y entonces recordé una serie de poemas que quedaron sepultados en una vieja computadora en una oficina del Teatro Colón. Es que es difícil encontrar ediciones de poesía chilena en Buenos Aires, e Internet ofrece breves muestras gratis en sitios tristísimos. Y entonces hay que atesorarlas, como se pueda. Y rezar para que alguien las encuentre. Uno de sus poemas se llama "Si se ha de escribir correctamente poesía", y entre otras cosas dice:

Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres
como si fueran claras y sencillas
las llenan simplemente de nuevos ornamentos.
No las expresan, giran en torno al diccionario,
inutilizan más y más el lenguaje,
las llaman por sus nombres y ellas responden por sus nombres
pero se nos desnudan en los parajes oscuros.
Discursos, oraciones, juegos de sobremesa,
todas estas cositas por las que vamos tirando.

Sólo una cosa más, a modo de colofón intrascendente, y para conectar los recientes momentos de este blog (a saber, el Momento Kagel y el Momento Bolaño): mi primera impresión cuando conocí en persona a Mauricio Kagel, caminando por Cerrito hacia el Teatro Colón, fue de sorpresa, y también de familiaridad. Una familiaridad extraña, y una sorpresa más extraña todavía.

Así, exactamente así, hasta el detalle del acento alemán, había imaginado a Benno von Archimboldi.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Entre paréntesis

Ya era hora, entre tanto paréntesis, de dedicarle una entrada a Roberto Bolaño, que hasta hoy merodeaba estudio de noche como los camellos en el Corán. Y es que apenas si lo mencionamos en el blog, precisamente porque su omnipresencia se daba por descontada. Si ahora se hace explícita se debe a que finalizó el primer Festival Internacional de Literatura, que se desarrolló hasta el domingo en el Malba, y que tuvo a su obra y su figura como eje central.

Lo invocamos en el comienzo de nuestro último programa, recurriendo a uno de sus textos recogidos en el (cada vez más) imprescindible Entre paréntesis (otra vez los paréntesis, una debilidad de estudio de noche), el certero y apropiado y maravilloso "La mejor banda", que dice entre otras cosas que

si tuviera que asaltar el banco más vigiliado de Europa y si pudiera elegir libremente a mis compañeros de fechorías, sin duda escogería un grupo de cinco poetas [...] El atraco concluiría, probablemente, de forma desastrosa, pero sería hermoso.

En cuanto al FILBA, acá les dejo unos links al sitio y al blog del festival. Pueden navegar con ganas, porque hubo cosas realmente interesantes. En cuanto a Bolaño, hubo muy valiosas intervenciones a cargo de Alan Pauls, Alberto Fuguet, Juan Villoro, Pedro Lemebel, Rodrigo Rojas, Horacio Castellanos Moya, Juan José Becerra, Martín Kohan, Gonzalo Garcés, Edmundo Paz Soldán... Se hizo sentir la ausencia (con aviso) de Alejandro Zambra, un autor que los eternos buscadores de next best things señalan como el "heredero", tal vez por ser joven y chileno y haber publicado en Anagrama dos libros realmente muy buenos. La otra ausencia que se hizo sentir fue la de Rodrigo Fresán, otro camello de estudio de noche, a quien Villoro citó con una frase que quiere decir tantas cosas, y tan ciertas e improbales y delirantes y misteriosas:

Conocer a Bolaño era como conocer a Bob Dylan.

En fin: que se dijeron muchas cosas sobre Bolaño, desde los comentarios personales, divertidísimos y entrañables de todos los que lo conocieron, hasta las lecturas en muchos casos reveladoras de los argentinos que no lo conocieron personalmente, pero que parecen haber establecido un vínculo muy especial en el plano literario: no sólo porque todos se declaran deslumbrados por la potencia de Bolaño, sino también, y muy especialmente, por la omnívora lectura que Bolaño llevó adelante con la literatura argentina, que va desde los inevitables Borges y Bioy hasta J. R. Wilcock y Aira y Pauls y Piglia y Arlt y Bianco y Macedonio y Lamborghini y Silvina Ocampo y María Moreno y Saccomano. Y Borges, otra vez.


Así, el pasado fin de semana, el nombre de Bolaño fue asociado a los de Melville, Pynchon, Brueghel, Salinger, Faulkner y Cervantes. Y Borges, claro. Y qué bueno habría sido que estuviera A. G. Porta, las otras dos manos de Bolaño en esa joyita que se recomienda leer al menos una vez por año y que se llama Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce.


Léanla. Cómprenla y léanla. O mejor, róbenla y léanla. Pero léanla. Tómenlo como un consejo de un discípulo de Dylan a un fanático de Bolaño.


jueves, 6 de noviembre de 2008

Momento Kagel


Nuevo paréntesis, esta vez para hacer un breve comentario acerca del Ciclo de Música Contemporánea del Teatro San Martín, que comenzó esta semana.

En nuestra anterior seguidilla de paréntesis, habíamos mencionado en este blog los "momentos Wallace" de los que hablaba Rodrigo Fresán y de la música extraordinaria e inclasificable de Mauricio Kagel. Pues bien, el martes pasado, durante el concierto inaugural del Ciclo, se vivió un verdadero "momento Kagel", y creo que vale la pena dejar constancia de él, habida cuenta de que se trató de un momento fuera de programa.

Ocurre que el concierto del Ensemble Recherche, muy alemanes ellos, estaba dedicado a homenajear a Karlheinz Stockhausen. Entonces, las obras programadas: la cuarta de las Klavierstücke X (es decir, una de las obras relativamente tempranas de Stockhausen) y una de sus últimas composiciones, la séptima hora del inconcluso ciclo Klang, diseñado para veinticuatro piezas, una para cada hora del día, de las Stockhausen llegó a componer veintiuna.
Entre ambas obras, se anunciaba el extraordinario Trio fluido de Helmut Lachenmann, como para incorporar otra voz al programa y ofrecer algo así como un balance o un contraste con lo que de otro modo se podría haber convertido en un concierto monográfico de Stockhausen. Y una cosa es que en Estados Unidos se elija a un presidente de ascendencia afroamericana (más sobre esto en la próxima entrada), pero abrir un ciclo de conciertos sólo con obras de Stockhausen no parece ser algo que este universo esté en condiciones de consentir, al menos por el momento. Por otra parte, y tratándose de un notable conjunto como el Recherche, es probable que haya habido algo de orgullo nacional teutón también allí, como si dijeran: "miren que no sólo teníamos a Stockhausen; nos queda también Lachenmann, que hasta puede ser considerado, en algunos aspectos, nuestro más grande compositor."

Y entonces apareció el espectro de Kagel. A carcajada limpia, como la que marca su MM51 para piano y metrónomo, banda de sonido para su película homónima que incluye fragmentos cuidadosamente seleccionados del Nosferatu de Murnau. Como diciendo, "¡¿Cómo?! ¿No había dicho John Cage que el más grande compositor alemán era yo, un argentino?"

Natürlich, Kagel.

Por otra parte, el merecido, emocionante y musicalmente perfecto homenaje a Kagel que el Ensemble Recherche ofreció el martes pasado sólo podía ser así: por sorpresa, como una brisa de 111 ciclistas atravesando las calles de Buenos Aires en noventa segundos.
Como la sombra de un vampiro, ahí, en la puerta.

lunes, 3 de noviembre de 2008

demoradas listas de tonadas

Con una demora un poco más pronunciada que la habitual, procedo a actualizar las listas de temas de los dos (¡2!) últimos programas. Los comentarios van en entrada aparte, para evitar que lo urgente entre en conflicto con lo importante...

En cuanto a las cortinas, ahora que hemos empezado a buscar una suerte de "hilo conductor" para cada programa (cuando el ciclo era casi-diario nos permitíamos que esa fuera la propuesta para toda la música de cada emisión, algo que en esta nueva etapa sería demasiado restrictivo), quede aquí constancia que en el programa #45 fueron piezas a cargo de damas notables, y así pasaron Petula Clark, Patti Smith, Yoko Ono, Milla Jovovich (¡sí!, esa Milla Jovovich, que también grabó un disco muy bueno llamado The Divine Comedy... o por lo menos mucho mejor que el atentado musical perpetrado por Scarlett Johansson), Esperanza Spalding, Madonna y la inclasificable y extraña y perturbadora e irresistible Joanna Newsom. En el #46, las cortinas fueron muchos de los temas instrumentales de REM, horas antes de su segunda venida: escuchamos "Last date", "Mandolin strum", "2JN", "Walter's theme" y "New Orleans instrumental N° 1". Quedaron algunos más para el próximo programa: "Tricycle", "Surfin' the Ganges", "Zither", "Rotary ten", "White tornado", "Emphysema" y "Endgame". Como para compartir rarezas, que de eso también se trata estudio de noche.

Así que aquí van las listas actualizadas. En la próxima entrada, un poco más de sustancia...

Lista de temas del programa # 46:
The lion sleeps tonight - REM
Mazurca en si menor (Vicente Scaramuzza) – Mónica Stirpari, piano
Huayramuyo – Orquesta Criolla Pura Muña
Amores hallarás – Pura Muña
El yuto – Pura Muña
Corte de luz – Richter
Retro-80 – Richter
Kryptonita – Richter
It’s the end of the world as we know it (and I feel fine) – REM

Lista de temas del programa # 45:
Dreamland – Caetano Veloso
Pa’ los de Zubiría – Cecilia Cedio
Gling Glo – Björk Gudmundsdóttir
Ramona – Cuarteto Bien Pulenta
L’excessive – Carla Bruni
Desordenado – Juana Molina
“La muchacha de los cabellos de lino”, del primer libro de Preludios de Claude Debussy – Agustina Herrera, piano
Moonglow – Billie Holiday
Samba em prelúdio – Esperanza Spalding
Retro-80 – Richter
Goodnight Moon – Shivaree